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SEGUIR SIENDO LA VICTIMA

SEGUIR SIENDO LA VICTIMA Cada día en la consulta permito a las personas que acuden a mi disponer de su propio espacio donde consigan colocar todas sus vivencias sobre la mesa, sus pensamientos, sus emociones y la manera de afrontar lo que les pasa. Con cada nuevo paciente se pone en evidencia que aunque todas las personas somos diferentes y es imposible que pueda haber dos iguales, es cierto que a todos nos pasan las mismas cosas. Es fácil encontrar a otras personas que están pasando por lo mismo que nosotros, que sufren de la misma forma, que se emocionan con las mismas cosas. Así que por esta sencilla razón acostumbro a repetir que sea como sea que se sienta una persona sería bueno que pensará que otras personas lo han podido superar por muy difícil que parezca. Tenemos la capacidad para superar cualquier adversidad por muy dura que nos parezca. Y es que si los demás lo han superado por qué no lo puedo superar yo?. Hay que reconocer que la vida nos coloca situaciones que no esperamos. Y es cuando solemos preguntarnos: ¿Por qué a mi?. Es muy frencuente que en ese preciso momento coloques una lista de posibles culpables que pueden llevarte bien a enfrentarte por un lado de una forma constructiva utilizando tu experiencia y creatividad para salir de esa situación o peor de los caso a permanecer anclado en un papel de víctima. Ahora bien si hay una condición humana más paralizante esta sería la de mantenerse en un papel de víctima. Ampararse en ese rol de víctima que probablemente pudo dar resultado en algún momento pero que a medida que pasa el tiempo te va comprimiendo y encordonando, cayendo en sus propias redes. Vas viviendo como si el resto del mundo fuera responsable de tu situación. Y es que además el papel de víctima da poder porque te coloca en una posición moral más elevada. La gente sentirá empatía y lastima por tu pesar. El problema que presenta este rol de víctima es que te conviertes en víctima de ser la víctima y después ya no puedes dejar de hacerlo porque te conviertes en una víctima automática que solamente ganas la empatía de los demás cuando cuentas tus desgracias. Lo curioso es que cuando adquieren este rol nunca escucha las sugerencias de los demás para conseguir mejorar la situación o para solucionar la cuestión de la que se quejan.

En el fondo estas personas no están dispuestas a escuchar ni a poner en práctica una solución para seguir ganando la atención de los otros y continuar imponiendo sus pesares. Lo peor que tiene mantener en el papel de víctima es que gastará tiempo invirtiendo su energía en culpar a los otros o la vida de su situación. Su vida transcurrirá en un estado de angustia, resentimiento y ansiedad. El resentimiento impide cerrar sus heridas y le encadena al pasado. Mientras que no asumas la parte de responsabilidad que te corresponde en el asunto no podrás hacer cambios y tomar el control de tu vida. Terminarás por aburrir a los otros con tus quejas, se cansarán de que no haces nada por salir del agujero e incluso terminas por ser el agujero. Es indiscutible que cada uno camina por la vida con una historia a cuesta pero también es cierto que hay otras historias que continuamos escribiendo día a día. Y será esa la que al final determine nuestro bienestar. La historia que decidas contar en este presente. Es la que decidas animarte a vivir. Matilde del Pino.


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